Cuando nos acercamos por primera vez a las novelas de caballería nos encontramos con: la frontera. La frontera es el umbral que separa el “mundo real” (regido por las leyes del orden y los valores propios del mundo de la nobleza: Fortaleza, Valor, Honor, Honestidad, Justicia, Amor…) del “mundo fantástico” (donde el caos prima como ley principal). Cuando el héroe cruza el umbral se siente fuertemente violentado por la falta de valores, así que luchará por la justicia y el bienestar de los más desfavorecidos. Esta marcha se comprende como un “viaje iniciático” en el que el héroe atraviesa varias pruebas y sobresale su papel en las batallas.
En
este mundo nuevo y fantástico encontramos la “arquitectura maravillosa”. Estos
los comprenderemos como espacios mágicos como castillo o palacios, cuevas o
grutas. El papel de estos lugares es dar importancia y cuerpo a las fuerzas
mágicas. En ellos tiene cabida todo tipo de elementos fantásticos, desde
objetos mágicos hasta monstruos o fantasmas, pasando por dragones y brujas.
Nosotros
nos centraremos en la imagen del castillo que, aunque exteriormente pueda representarse como un palacio o fortaleza, se rige por las
leyes caóticas e incomprensibles de la magia. Existen muchos tipos de
castillos. Pero nosotros nos centraremos en aquellos que esconden espacios
infernales, como el Castillo de Roquedo. Aquí el trayecto que el héroe recorre
hacia el centro de este tipo de castillo conlleva una sucesión de pruebas.
Estas irán aumentando su dificultad a media que el caballero vaya avanzando
hacia el interior, lo cual se refleja en el progresivo aumento de la fuerza de
los adversarios. No es difícil encontrar escenas de luchas entre el héroe y un
dragón o un gigante como representación de las fuerzas del inframundo.
En
ocasiones, estos palacios sirven de prisión a damas y caballeros. Uno de los
ejemplos más famosos lo encontramos en el Amadís
de Grecia, el cual guarda un encantamiento destinado a ocultar a la bella
doncella Niquea. Pero para que la doncella sea liberada, el caballero deberá
pasar una larguísima prueba amorosa que se despliega a lo largo de toda la
arquitectura del castillo.
Cuando
el caballero conquista el castillo encantado, se revalida y se restablece el
orden social. Por ello no es extraño que en la descripción se resalte la riqueza
de su construcción y los materiales utilizados para su elaboración (jaspe,
alabastro, piedras preciosos, minerales, oro…). Los antecedentes de estos
palacios se encuentran:
-
en los palacios de la tradición grecolatina como
es el caso del Asno de Oro de Apuleyo
-
en las alegorías arquitectónicas medievales de
presentes por ejemplo en el Roman de la
Rose de Jean de Meung y Guillame de Lorris
-
en los palacios maravillosos de la tradición
bizantina y oriental
-
en los castillos de la tradición artúrica
Los autores de la época utilizaban esta arquitectura
maravillosa para sorprender a sus lectores. No sólo buscaban deslumbrarlos con
la fastuosidad de la construcción o las aventuras extraordinarias del héroe,
sino también con lo maravilloso mecánico. Es decir, la descripción de una serie
de objetos cuyo funcionamiento no tiene explicación razonable posible. Fruto de
esta ornamentación encontramos: estatuas parlantes, figuras mecánicas que danzan,
autómatas en cuyo pecho se puede ver reflejada la imagen de la figura amada,
presencias que se esfuman, manos que vuelan sin brazos…
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